Magnific things

  • Jade colored seas
  • To feel your loved one's lips, at least once in your life.
  • Poetry
  • The sound and smell of rain
  • The movement of tree branches as they play with light

martes, 12 de enero de 2010

Nubes medusas

Como parte del año nuevo, supongo que no me haría mal hacer un futil y suave intento de hacer algunas entradas por semana. ¡Ah! los pocos lectores que he acumulado se habrán ido al no encontrar nada publicado por tanto tiempo, pero lo que será será.

Pase parte de mis vacaciones en Mérida y, aunque no pude salir mucho, esa ciudad siempre me da el placer de olvidar lo tranquila y bella que es para sorprenderme una vez más. Es parte del amor que siento por la belleza el ahínco que pongo en olvidarla y hacer que pueda deleitarme como por primera vez. Pues los cielos de Mérida son fácilmente recordables, y con esa tierra blanca que refleja la luz del sol de formas insospechadas es comprensible.

Esta vez además de las tardes incomprensiblemente lilas y malvas ví unas nubes color caramelo. Eran de un dorado atemorizante, y parecían deshacerse entre la cama de rosas que el cielo. Este exceso de colores florales parecía una disculpa de la ciudad por mostrarse tan excepcionalmente fría y desnuda. A lo lejos, una línea color perla se trazo, era un avión que dejaba una estela a cuasa de la humedad de esa región. Me dio gusto pensar en que aunque nunca he visto una estrella fugaz de noche, esto era un primo artificial y diurno.

Al siguiente día fuí a la playa, pero el mar estaba lo suficientemente helado como para poner a enfriar cervezas. Además había pequeños globos azul translúcido en la playa. A lo largo del tramo blanco y arenoso conté hasta 30 aguamalas. Un de ellas, casi oval y con su uritcante tentáculo extendido en línea recta, parecía un cerebro con todo y médula espinal que algún modelo ostentoso del cuerpo humano para niños había perdido. En el cielo ocurrió un fenómeno extraño, que me gustaría poder entender y explicar, alreededor del halo del sol, pálido como el centro de un huevo cocido, las nubes se volvían tornasoladas. Me recordaban a medusas gigantes y pensé que las aguamalas, por querer salir y ser corteses habían muerto.

Había algo decididamente hermoso en como el cielo reflejaba esa masacre de aguamalas, pero la belleza me asustó, sabía que pronto desaparecería y eso me lleno de ansiedad. Decidí dejar de verlo antes de que desapareciera, y así mantener el sueño, de que si volviera en cualquier otro momento, el escenario no habría ya muerto.

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