Magnific things

  • Jade colored seas
  • To feel your loved one's lips, at least once in your life.
  • Poetry
  • The sound and smell of rain
  • The movement of tree branches as they play with light

domingo, 1 de agosto de 2010

Plusiotis

Es el nombre que recibe todo un género de escarabajos de America Central.
Además tener esta ubicación en común, todos comparten el haber elegido un verde tornasolado y metálico para cubrir sus entrañas. En Yucatán son tan comunes que una de estas especies cubre de cadáveres brillantes el patio de mi casa, uno de los cuales, debo confesarlo, descansa seco en mi librero.
Entre todas las especies de Plusiotis, hay una cuya espalda es casi completamente negra excepto por largos trazos de verde metálico que hacen pensar en la cola del quetzal. Recibe, el nombre de Quetzalcoatli, el cual, aunque se refiere primero al dios, recuerda también al ave.
Desde el primer momento en el que, buscando la especie exacta que dormitaba en mi cuarto, vi el nombre y aparencia de este insecto, no pude olvidarlo. No dejaba de pensar en el parecido entre la secuencia en la espalda del insecto y el plumaje del quetzal como en un diálogo silencioso entre ambos animales.
Se que no hay otra opción, no puede ser otra cosa. El insecto no podría camuflarse en el quetzal, y seria tonto de su parte amenazar depredadores através de aparentar ser una bolita de plumas.
Por esto, se que el insecto es un espejo obscuro para el quetzal, se que el ave pensaba en el insecto al dejar crecer su cola. Ambos se susurran en un lenguaje incomprensible; lenguaje del cual nuestra comprensión solo alcanza a extraer el color y las formas del alma de Centro América.

lunes, 18 de enero de 2010

Ibsen y Miller... un post aburrido con la imagen de un pato

Hace unas semanas tuve la oportunidad de ir a ver, y criticar con cizaña "Todos eran mis hijos" oriinalmnte de Arthur Miller y puesta en escena y traducida por el grupo Ortiz de Pinedo. Debo de decir que la traducción fue dcepcionante y aún más la compañía, pues el público tosía, roncaba, masticaba y conestaba el elular. Además el texto de Miller no es tan bueno como esperaba luego de haber leído "Death of a Salesman"


Si embargo, el conocer la historia de Miller tuvo su parte satisfactoria. Aunque lo más encantador de esa satisfacción se dio por contraste. Digo por contraste ya que, poco despues de ver a Miller, leí "The Wild Duck" de Ibsen. A pesar de que las dos historias son bastante diferentes ambas comparten la desgracia de una familia provocada por escalada fraudulenta de otra, y las mentiras que se desenmascaran demaiado tarde.


De esta manera, Miller se convirtío en un eco para Ibsen. A lo largo de "The Wild Duck," cuyo tema principal, si acaso es posible hallar uno, es el conflicto entre la ilusión empapada de mentira y la verdad teñida de desgracia, no podía dejar de pensar en la exaltación que Miller hace de la verdad y del castigo instangible que se impone a los que abogan por la falsedad. En este sentido, Ibse es mucho más complejo, pues es difícil saber por que esta abogando y cual sería la "moral" de su historia. Acaso, nos deja con la impresión que las cosas no son tan sencillas, y que la realidad y la verdad no siempre son necesarias.


Antes de caer el telón Miller nos dice que "Todos era mis hijos," con un substancial eco cristiano. Pero en Ibsen la única hija muere, quedando la inquietante impresión de que fue un sacrificio demasiado valioso para la verdad.


martes, 12 de enero de 2010

Nubes medusas

Como parte del año nuevo, supongo que no me haría mal hacer un futil y suave intento de hacer algunas entradas por semana. ¡Ah! los pocos lectores que he acumulado se habrán ido al no encontrar nada publicado por tanto tiempo, pero lo que será será.

Pase parte de mis vacaciones en Mérida y, aunque no pude salir mucho, esa ciudad siempre me da el placer de olvidar lo tranquila y bella que es para sorprenderme una vez más. Es parte del amor que siento por la belleza el ahínco que pongo en olvidarla y hacer que pueda deleitarme como por primera vez. Pues los cielos de Mérida son fácilmente recordables, y con esa tierra blanca que refleja la luz del sol de formas insospechadas es comprensible.

Esta vez además de las tardes incomprensiblemente lilas y malvas ví unas nubes color caramelo. Eran de un dorado atemorizante, y parecían deshacerse entre la cama de rosas que el cielo. Este exceso de colores florales parecía una disculpa de la ciudad por mostrarse tan excepcionalmente fría y desnuda. A lo lejos, una línea color perla se trazo, era un avión que dejaba una estela a cuasa de la humedad de esa región. Me dio gusto pensar en que aunque nunca he visto una estrella fugaz de noche, esto era un primo artificial y diurno.

Al siguiente día fuí a la playa, pero el mar estaba lo suficientemente helado como para poner a enfriar cervezas. Además había pequeños globos azul translúcido en la playa. A lo largo del tramo blanco y arenoso conté hasta 30 aguamalas. Un de ellas, casi oval y con su uritcante tentáculo extendido en línea recta, parecía un cerebro con todo y médula espinal que algún modelo ostentoso del cuerpo humano para niños había perdido. En el cielo ocurrió un fenómeno extraño, que me gustaría poder entender y explicar, alreededor del halo del sol, pálido como el centro de un huevo cocido, las nubes se volvían tornasoladas. Me recordaban a medusas gigantes y pensé que las aguamalas, por querer salir y ser corteses habían muerto.

Había algo decididamente hermoso en como el cielo reflejaba esa masacre de aguamalas, pero la belleza me asustó, sabía que pronto desaparecería y eso me lleno de ansiedad. Decidí dejar de verlo antes de que desapareciera, y así mantener el sueño, de que si volviera en cualquier otro momento, el escenario no habría ya muerto.