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lunes, 18 de enero de 2010

Ibsen y Miller... un post aburrido con la imagen de un pato

Hace unas semanas tuve la oportunidad de ir a ver, y criticar con cizaña "Todos eran mis hijos" oriinalmnte de Arthur Miller y puesta en escena y traducida por el grupo Ortiz de Pinedo. Debo de decir que la traducción fue dcepcionante y aún más la compañía, pues el público tosía, roncaba, masticaba y conestaba el elular. Además el texto de Miller no es tan bueno como esperaba luego de haber leído "Death of a Salesman"


Si embargo, el conocer la historia de Miller tuvo su parte satisfactoria. Aunque lo más encantador de esa satisfacción se dio por contraste. Digo por contraste ya que, poco despues de ver a Miller, leí "The Wild Duck" de Ibsen. A pesar de que las dos historias son bastante diferentes ambas comparten la desgracia de una familia provocada por escalada fraudulenta de otra, y las mentiras que se desenmascaran demaiado tarde.


De esta manera, Miller se convirtío en un eco para Ibsen. A lo largo de "The Wild Duck," cuyo tema principal, si acaso es posible hallar uno, es el conflicto entre la ilusión empapada de mentira y la verdad teñida de desgracia, no podía dejar de pensar en la exaltación que Miller hace de la verdad y del castigo instangible que se impone a los que abogan por la falsedad. En este sentido, Ibse es mucho más complejo, pues es difícil saber por que esta abogando y cual sería la "moral" de su historia. Acaso, nos deja con la impresión que las cosas no son tan sencillas, y que la realidad y la verdad no siempre son necesarias.


Antes de caer el telón Miller nos dice que "Todos era mis hijos," con un substancial eco cristiano. Pero en Ibsen la única hija muere, quedando la inquietante impresión de que fue un sacrificio demasiado valioso para la verdad.


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